MAGIA Y METÁFORA

aqui presentamos una muestra de la corriente estética REALISMO MÁGICO METAFÓRICO, mezcla de cosas de la vida real con magia; poesía, amuletos, cuentos, todo lo que nace y crece en los sueños.

ARTE KITSCH

domingo, 25 de octubre de 2009 - - 0 Comments




Dentro de la cultura pop, producto de nuestra sociedad de consumo, se incluyen una variedad de categorías estéticas entre las cuales hemos de destacar los términos, “Camp” y “kitsch”. Ambos nos sugieren la imagen de un pasado reciente. Buscamos lo camp y lo kitsch en los desvanes de nuestros abuelos. Pero si lo camp es algo que se consideró como bueno en una época determinada, lo kitsch, en cambio, se algo que siempre se ha considerado malo.

Kitsch en alemán significa cursilería, objeto de mal gusto. Su lema podría ser una frase de Marcel Duchamp: -“El enemigo del arte es el buen gusto”. Ejemplos de kitsch pueden ser: una bola de cristal con una torre Eiffel dentro, en medio de un paisaje nevado; los papeles pintados que imitan las vetas de la madera; las estatuas de cartón piedra; el cristal de Murano en forma de animalitos, o las flores de plástico. Kitsch (de mal gusto) se aplica tanto a los objetos como a,los gozadores de los mismos, a los individuos “dotados de mal gusto” o Kitschmenschen.

El kitsch, como categoría artística, funciona dentro del contexto aristocrático -enjuiciador que determina un “buen” y un “mal” arte... cuanto más productos kitsch hayan, más brillará la apreciación de la autenticidad del arte, como sello de garantía del mismo.

La esencia del kistch, para los moralistas del arte, consiste en la sustitución de la categoría ética con la categoría estética: el artista o realizador se impone generar no “un buen trabajo”, sino un trabajo “agradable” , dado que lo que más importa es el efecto.

El kitsch, según el concepto común que se tiene del mismo, no pretende ni pide nada más a los espectadores que su dinero, ni siquiera su tiempo (tiempo aplicado a la reflexión de la obra, por ejemplo).

Aunque, aún hoy en día, todavía a la producción de kitsch se le mira en menos, considerándosele una forma de mentira artística, cabe resaltar que los intelectuales se encuentran en un proceso de re valoración de este estilo, preguntándose si existe efectivamente una diferencia real entre arte y kitsch; esto a raíz de, por ejemplo, la constatación de paralelos tales como que las vanguardias funcionan imitando los procesos del arte, y el kitsch imitando sus efectos, y de que el kitsch sería la otra cara de la moneda artística: en una sociedad en la que el único lenguaje estético que reciben las masas está modulado ‘en clave kitsch’, se debe reflexionar profundamente sobre su reivindicación.

Lo kitsch empezó a ser definido como un objeto estético empobrecido con mala manufactura, significando más la identificación del consumidor con un nuevo status social y menos con una respuesta estética genuina. Lo kitsch era considerado estéticamente empobrecido y moralmente dudoso. El sacrificio de una vida estética convertida en pantomima, usualmente, aunque no siempre, con el interés de señalar un status social.

Tal vez un ejemplo clásico de ello es la arquitectura y el arte decorativo desarrollado en el área de Los Ángeles en California durante las décadas 10 al 30 del siglo XX, cuando la zona vivió un gran desarrollo económico debido a la agricultura y el éxito de la industria cinematográfica de Hollywood, lo que creó una generación de gente emigrada de Europa recién adinerada que intentaron recrear el estilo de los nobles europeos. Esto dio pie a la creación de mansiones en las que se mezclaban caóticamente estilos como el barroco, florentino, gótico y el rústico usado en las misiones de la misma California. Este estilo fue llamado Californiano; en la decoración se crearon piezas estrambóticas, como chimeneas de más de tres metros de altura, falsos escudos nobiliarios, tapetes de oso, espejos gigantescos con marcos de falsa madera tallada estofada realizados en plástico o cuadros idílicos de falsos antepasados que decoraban sus paredes. Se llegó al exceso de comprar antiguos castillos europeos que eran trasladados piedra por piedra a los Estados Unidos o bien comprar títulos nobiliarios en subasta.

Sin embargo, existe un debate sobre el uso del término y la forma de definir las obras que responde a la intención estética de su creador. De ordinario la definición de una pieza como "Kitsch" involucra un secreto desprecio y el deseo de diferenciarlo del "arte culto", por lo que las piezas realizadas en materiales económicos que imiten otros más caros, normalmente ostentosas, son consideradas Kitsch sin importar si el autor deseaba aparentar o no una pieza más costosa para que quien la poseyera se destacara como superior.

Esto abre el debate sobre aquellas expresiones estéticas (normalmente populares) que reproducen estos patrones estéticos pero sin la intención de aparentar ser, sino más bien celebrar de forma colorida, como el caso del festejo del mardi Gras en Nueva Orleans, el Carnaval en Brasil o La fiesta de quince años en México.

Así mismo, muchas piezas religiosas utilizadas en altares domésticos responden al uso de materiales baratos que pretenden ser otros más caros, aunque sin ostentarse como símbolos de estatus social, sino, más bien, con el deseo de agradar a la deidad en cuestión, como es el caso de los coloridos altares de la religión hindú. Para muchos, estas expresiones se acercan más al canon estético naif.

El arte académico del siglo XIX todavía se ve a menudo como kitsch, aunque esta visión está siendo atacada por los críticos modernos. Quizás es mejor recurrir a la teoría de Broch, quien discutía que la génesis del kitsch estaba dentro del Romanticismo, que no es kitsch por sí mismo pero que abrió la puerta para el gusto del kitsch, acentuando la necesidad del trabajo de arte expresivo y evocador. El arte académico, que continuó esta tradición Romántica, tiene una razón doble de su asociación con el kitsch.

No es que fuera accesible; de hecho, es durante este periodo que surge la distinción entre arte alto y arte bajo definido por los intelectuales. El arte académico se esforzó en permanecer en una tradición arraigada en la experiencia estética e intelectual. Las calidades intelectuales y estéticas del trabajo estaban ciertamente allí. Los buenos ejemplos del arte académico incluso fueron admirados por los artistas "Avant Garde" que se podrían rebelar contra él. Había una cierta crítica, sin embargo, que declaraba que el arte se volvía “demasiado hermoso” y democrático, y esto lo hacía ver demasiado fácil y superficial.

Con el surgimiento del postmodernismo en los años ochenta, la línea entre lo kitsch y el arte se volvió otra vez borrosa. También surgió el concepto de camp, que es una apreciación irónica que de otra manera se consideraría tonta y pedante, o de otro modo kitsch. Como ejemplos de camp está Carmen Miranda con sus sombreros tutti-frutti, o eventos culturales populares que tienen una fecha en particular o son inapropiadamente serios, como las películas de ciencia-ficción con bajo presupuesto de los años cincuenta y sesenta. Camp se deriva del término francés camper, que significa ‘presentarse de una manera exagerada’.

Algunos artistas de esta época retoman los elementos del kitsch en su obra, como los artistas Pierre et Gilles, fotógrafo y pintor franceses célebres por sus representaciones ridículas que se alimentan con la imaginaría religiosa, el arte pop, el homoerotismo, creando una fuerte identidad propia; o Alan Glas con sus cajas de arte objeto.

Susan Sontag planteaba que el Camp era una atracción a las cualidades humanas que se expresaban por sí mismas en “tentativas falsas de seriedad”, teniendo estas cualidades un particular y único estilo que reflejaba la sensibilidad de la época. Esto implica una estética del artificio más que de la naturaleza. De hecho los seguidores de línea dura del término Camp insisten en que “Camp es una mentira que se atreve a decir la verdad”.

Mucho del Pop Art intentó incorporar imágenes de la cultura popular y el kitsch; los artistas pudieron mantener su legitimidad diciendo que ellos “citaban” las imágenes para elaborar conceptos. Usualmente la apropiación de estas imágenes era de manera irónica.
En Italia, un movimiento llamado Nuovi Nuovi (‘Nuevos Nuevos’) tomó una ruta diferente: en lugar de citar lo kitsch de manera irónica, se encontraron en un primitivismo que abrazaba lo feo y barato, tomando esto como una especie de antiestética.

El Arte Conceptual y el Deconstructivismo plantearon un cambio interesante, porque como el kitsch, los dos movimientos subestimaban la estructura formal del trabajo de arte, dando más importancia a otros elementos que tienen más relación con otras esferas de la vida.

A pesar de esto, muchos en el mundo del arte continúan teniendo un cierto sentido de dicotomía entre el arte y el kitsch, poniendo todo el arte sentimental y realista fuera de ser considerado seriamente. Esto ha sido atacado por algunos críticos que discuten una reapreciación del arte académico y de la pintura figurativa y tradicional.

En la tauromaquia también se ha usado este término. Fue acuñado por Antonio Lorca en una crónica en el diario El País el 13 de abril de 2008: A vuelapluma, se podrían distribuir a los toreros en tres grupos: los héroes venerados por la afición, los artistas de la modernidad y los representantes del "toreo kitsch", que sería algo así como una parodia de la estética, una corriente posmoderna que convierte el clasicismo en pantomima, lo que no es más que la degradación actual llevada al extremo. Una pésima copia de lo que un día fue un espectáculo emocionante y artista, basado en las leyes de parar, templar y mandar. En este grupo mete a toreros como El Fandi, Manuel Díaz "El Cordobés" o Rivera Ordóñez.

Cabe anotar también que la definición de la tauromaquia como arte esta sujeta a un debate muy amplio, ya que para muchos enunciarlo como arte seria equivalente a afirmar los torneos de gladiadores del circo romano como un arte.
Una categoría estética de nuestra contemporaneidad que no tiene que ver con una sistematización del mal gusto, sino con una exacerbación de lo artificial y lo desmesurado.

De esta forma, señala al kitsch como una actitud estética que pone en duda el gusto, como statu quo. Tal vez como una referencia tácita a su propia obra, Klemm sostiene que "cuando se dice que una obra ronda el kitsch es como cuando se dice que ronda la genialidad o la grandeza".

Klemm señala a Disneylandia como el paraíso del kitsch y menciona a los surrealistas Salvador Dalí y René Magritte como los primeros en incorporar elementos de gusto dudoso en el arte. Durante el mismo programa, Charlie Espartaco señala que el kitsch, por su constitución, aparece como una estética de riesgo que incorpora todas las conquistas pictóricas, plásticas y estéticas creadas hasta ese momento.

Klemm menciona explícitamente al film protagonizado por la actriz argentina Isabel Sarli, La Dama Regresa, como un ícono kitsch de la cultura argentina, en el que él mismo participó como actor. Como artista, Federico Klemm realizó retratos de personajes como Susana Giménez, Mirtha Legrand o María Amalia Lacroze de Fortabat, de lo que puede deducirse cierto interés del autor en dichos personajes como íconos del kitsch.

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